Candidatos corruptos causan decepción en ciudadanos izcallenses y podrían provocar un abstencionismo electoral inusitado

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  • Es así como muy cerca de la elección del 2 de junio, la credibilidad de la gobernante, quien busca su reelección ha quedado en entredicho y su imagen pública, totalmente manchada.

  • Daniel Serrano es un auténtico vividor de la política, cuya riqueza es a la fecha inexplicable, toda vez que el otrora líder de “los puros” posee una mansión que vale una fortuna.

Gran confusión está generando en la ciudadanía el hecho de que los principales candidatos a la alcaldía, la panista, Karla Fiesco y el morenista, Daniel Serrano, no cumplen con un perfil de políticos honestos, transparentes y comprometidos en la lucha contra la corrupción.

Y es que en el caso de la edil con licencia, le estalló un escándalo de corrupción en el que existe un presunto tráfico de influencias para beneficio de particulares cercanos al círculo político de Cuautitlán Izcalli.

Resulta que la administración aliancista de Izcalli, que ha sido tan incisiva denunciando y cuestionando todos los pasos -sobre todo los malos pasos- dados por la administración federal, criticando severamente los casos de corrupción que han salido a la luz pública de parte de la 4T, en el ámbito local tapa las irregularidades y le miente a los ciudadanos, a quienes vende la idea de un gran compromiso con la rendición de cuentas cuando esto no es así.

Como cuando se echa la tierra debajo de la alfombra en una casa para que los invitados no vean que no se hizo el aseo correctamente, la administración de Karla Fiesco está dando tumbos y ha dado para hablar, mal, de lo que está haciendo, al solapar el tráfico de influencias, al asignarse un contrato millonario al hermano del legislador local, también aliancista, Francisco Rojas, a través de la empresa ANROSA S.A. de C.V, inaugurada en julio de 2019 por el diputado Francisco Rojas Cano.

Esto ha derrumbado la teoría de que Cuautitlán Izcalli es ajeno a la corrupción y es el principal impulsor de la transparencia y del combate a la opacidad, puesto que el hermano del legislador fue beneficiado con un jugoso contrato por 224 millones de pesos.

Es así como muy cerca de la elección del 2 de junio, la credibilidad de la gobernante, quien busca su reelección ha quedado en entredicho y su imagen pública, totalmente manchada, lejos de lo que debería representar como defensora de la honradez y la rendición de cuentas.

AQUÍ MISMO, EL PARTIDO MORENA OTRA VEZ…

Sin embargo, donde quiera se cuecen habas, porque los morenistas que dicen tener como una de sus banderas principales, si no es que la principal en el combate y cero tolerancia a la corrupción, andan dando bandazos con todo lo contrario, como el candidato a la alcaldía, Daniel Serrano Palacios, convertido en todo un “pasha”, cual ministro del antiguo imperio otomano, que se hizo millonario con la magia de la política y sin siquiera haber ocupado un cargo de elección popular.

Y es que ha trascendido que Serrano es un auténtico vividor de la política, cuya riqueza es a la fecha inexplicable, toda vez que el otrora líder de “los puros” posee una mansión que vale una fortuna y cual integrante de la delincuencia organizada, cuenta con dos actas de nacimiento distintas para camuflagear su identidad.

¿Qué cuentas debe Daniel Serrano que se ve precisado a esa clase de artimañas? ¿Con que calidad moral le anda pidiendo el voto a los ciudadanos del municipio 121 del Edoméx? ¿Trabajando en qué se hizo de una lujosa residencia en el fraccionamiento Club de Golf Hacienda en Atizapán?

Será por eso que muchos de sus feligreses de esa secta morenista lo fueron abandonando progresivamente, dejaron de creer en él y se le alejaron al darse cuenta de su doble discurso, de su dicho lleno de amor y pureza y de su actuar plagado de porquería y falta de honestidad.

Los electores no saben entonces ya para dónde hacerse en Izcalli, lo que podría derivar en un abstencionismo inusitado, por el desánimo y sobre todo, porque la gente ya no está dispuesta a que los políticos le sigan tomando el pelo.