Rupturas y “descomposiciones” en el régimen de Delfina Gómez

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COLUMNA

EL OBSERVADOR MEXIQUENSE

POR LOPILLO O’HENRRY

Las cosas no están como se esperaban o pretendían al inicio de la instalación del histórico y presumible régimen encabezado por la mandataria, Delfina Gómez Álvarez, y para acabar pronto, “blindarlo”, y protegerlo ante las eventuales rupturas y las “descomposiciones”. Lo cual ha salido contraproducente sobre todo con los alcaldes protegidos por la propia gobernadora por sus nexos con grupos delictivos, los cuales son más que notorios, y otra, la negligencia y corrupción de algunos.

Vaya que el pulpo camionero como grupo de presión se salió con la suya, al forzar a las autoridades del gobierno mexiquense a aceptar incrementar las tarifas del transporte público.

Con todo y que no son pocas las unidades que operan en pésimas condiciones, sucias o destartaladas, con choferes encajosos que manejan muy despacio esperando pasaje, mientras otros lo hacen como alma que lleva el diablo, el pasaje mínimo será a partir de este miércoles, de 14 pesos.

Será un duro golpe a la economía de las familias, sobre todo de aquellas de menores ingresos, que tendrán que apartar dineros adicionales cada vez que salgan a la calle.

La Secretaría de Movilidad que dirige Daniel Sibaja, quien ha sido el principal operador político de Marcelo Ebrard, no pudo encontrar otra alternativa, cedió ante los transportistas y ha quedado mal frente a una ciudadanía a la que el gobierno de la 4T, al mando de la gobernadora Delfina Gómez, se comprometió a apoyar por aquello de que, por el bien de todos primero los pobres. Pero no fue así. 

Las familias más pobres serán las más afectadas por este aumento, pero Delfina Gómez Álvarez, la gobernadora, de eso hace mutis.

Este aumento al pasaje, desde luego, volverá a levantar protestas en la gente, pero ya nada podrán hacer para detenerlo, porque es un hecho consumado.

En Naucalpan, el líder social Juan Olivas, lanzó un inesperado reto al alcalde morenista, Isaac Montoya, al pedirle que ambos se hagan un examen toxicológico.

Y es que Olivas anda con la adrenalina al 100, dando cuenta no solo de retar al presidente municipal sino también de denunciar las fallas del actual gobierno, porque en su concepto, la inseguridad sigue a todo lo que da en el municipio, no obstante que Montoya presume de una notable reducción de los índices delictivos en ese municipio y sobre todo, de cero corrupción. Le detectaron cobro del diezmo a trabajadores y Despensas por 43 millones, cuando su costo real es mucho menos. 

El fondo del asunto es que ya le salió contrincante, cuando parecía que Montoya iba por la libre y sin competencia, aunque no se sabe si al final del día, morena lo dejará o no buscar su reelección.

El que no pierde oportunidad para hacer protagonismo personal es el alcalde de Atizapán, Pedro Rodríguez, quien se agarra de lo que sea y de quien sea para sacar publicidad y ponerse medalla de héroe.

Pero el presidente atizapense ha llegado a los extremos más ridículos, como valerse de menores para pararse el cuello y venderle la idea a la gente de que es tan buena gente, que hasta la niñez se lo reconoce.

Lo cierto, es que Pedro Rodríguez no da paso sin huarache y esos acercamientos con la gente de Atizapán son producto de sus ambiciones personales más que un verdadero interés por la ciudadanía.

Ese afán de protagonismo que lo consume, a él en lo particular no le sirve de gran cosa, porque ya no puede reelegirse por tercera ocasión consecutiva.

Y si es que es cierto que le quiere pasar la estafeta a su esposa, Patricia Arévalo Rubio, actual presidenta del DIF municipal, para que sea candidata a la presidencia municipal de Atizapán, no se ve por ningún lado que le esté dejando brillar para que pueda posicionarse bien.

Porque de no ser Patricia Arévalo, el PAN está en riesgo de sucumbir las próximas elecciones, puesto que el otro jugador panista, Anuar Azar, no capta las simpatías de nadie y menos con esa reputación, que por cierto está trascendiendo, de su correligionario Pedro Rodríguez Villegas.

El que tiene cargo como tabla de salvación es el diputado local de morena, Armando Navarrete López, quien a medida que pasa el tiempo es expuesto con mayor vehemencia, tal vez por sus adversarios políticos, pero con situaciones reales que dejó luego de concluir como alcalde de Nicolás Romero.

Lo menos que se dice de él, es que dejó un auténtico cochinero en el gobierno de ese municipio, sobre todo en lo que se refiere a la seguridad pública.

Basta recordar, el caso de los policías municipales que durante su gestión se involucraron con el crimen organizado, lo que causó la detención de varios mandos, incluyendo al subdirector.

Además, fue capturado meses después el “pez gordo”, el comisario Adrián “N”, también envuelto en el escándalo de sus vínculos con la delincuencia.

Y no conforme con haber dejado la seguridad por los suelos, Armando Navarrete, dejó en el cabildo a un grupo de sus incondicionales, para que le hagan la vida imposible a la actual presidenta, Yoselin Mendoza Ramírez.

Esa fracción, en cada sesión de cabildo, se dedica a dinamitar los temas, con el propósito de querer hacer ver mal a la presidenta municipal, quejándose de todo y descalificando por consigna, siguiendo las órdenes de su compi.

El síndico Felipe Martínez, es el cerebro que orquesta los ataques contra el gobierno de la presidenta Yoselin, pero no lo hace solo sino que se apoya en otros personajes que le completan la tarea.

En ese grupo de choque, está el segundo regidor, Arturo Nava Alanís, el principal aplaudidor del veneno que el síndico avienta en los cabildos.

Sin embargo, Arturo Nava, no es precisamente un morenista de cepa, ya que ha sido más bien ajonjolí de todos los moles.

Fue priísta, luego fue candidato del PRD a la alcaldía de Nicolás Romero y ahora se ostenta como un morenista de hueso colorado.

En la fracción que se dedica a denostar, es partícipe también la primera regidora, Geraldine García Meneses, quien no pierde oportunidad para irse a la yugular contra la alcaldesa.

Pero la primera regidora, no tiene tampoco los mejores antecedentes, porque se sabe que cuando fue directora del DIF, hacía gala de prepotencia contra los empleados de ese organismo asistencial.

Y en ese grupo que se opone a todo, se encuentra igualmente la quinta regidora, Mirely Romero, quien expresa más su sentir a la hora de votar que haciendo uso de la voz, porque sus participaciones en las sesiones de cabildo son pobres y escasas.

Se dice que mejor se hubiera quedado en la oficina de la presidencia, donde nadie la veía, porque pasa de noche en los cabildos.

Mientras tanto, en los partidos políticos también pasan cosas, como en morena, donde su dirigente nacional, Luisa María Alcalde Luján, dio a conocer la expulsión de las filas de ese partido de Hernán “N”, ex director de seguridad pública del estado de Tabasco.

Muchos afirman que eso no basta, porque primero era su compi, lo que reafirma su incongruencia del partido guinda, que ha dejado crecer la mancha con sus amigos cercanísimos de la maña, como personajes del grupo criminal “la barredora”, conformado por los propios policías tabasqueños.

El que está aprovechando el descrédito de morena por esos nexos de algunos de sus miembros con el crimen organizado, es Movimiento Ciudadano, partido que no se desgasta y deja que morenistas y prianistas se peleen, lo que le da oportunidad de ser visto como una opción viable para próximas elecciones. Dará la sorpresa ganando espacios que nunca antes tuvo.